Por Marvin Del Cid
@marvindelcid
“Los formalismos a veces no sirven de nada”, decía uno de mis
catedráticos de derecho penal y lo remarcaba con otra frase: “Hasta cuándo
vamos a seguir aguantando”.
Ambas líneas tienen un fuerte contenido y son el claro
reflejo de los que sucede en Guatemala, en donde los señores de la impunidad
judicial hacen casi siempre lo que les da la gana.
La decisión de la Corte de Constitucionalidad de “ordenar”
que tomen posesión los nuevos magistrados de la Corte Suprema de Justicia y Apelaciones, simplemente es fomentar aún más la impunidad.
La elección debe repetirse desde el principio y que sea transparente.
En la lista de los magistrados electos (más bien puestos por
intereses politiqueros, empresariales y mafiosos) por el Congreso figuran todo
tipo de personajes: desde los que llegaron por conflictos de intereses hasta los
que están directamente vinculados a las mafias.
Estamos a las puerta de seguir de la misma forma: viviendo
en un país en donde la impunidad, la corrupción y el tráfico de influencias judiciales
no van a terminar.
Acaso estamos ante una dictadura judicial. Yo creo que sí.
Una frase de Norberto Bobbio: “Una dictadura corrompe el
ánimo de los hombres, los conduce a la hipocresía, a la mentira y al servilismo”. Así son los letrados de la impunidad.
Conozco de cerca el proceso de elección de magistrados y las
tachas puestas a varios de los “electos” y muchos han estado al servicio de la
impunidad o se han servido de sus cargos para obtener beneficios de familiares
y amigos.
Yo no puedo confiar por ejemplo en una magistrada que es
esposa de un diputado o de una magistrada que es cuñada de un magistrado actual
de la Corte Suprema de Justicia, y que además tiene a toda su parentela a
puestos en el sistema judicial.
Tampoco puedo confiar en un funcionario judicial que no le
importe la defensa de los derechos humanos y que además quiera condenar a
quienes los defienden.
De nuevo las mafias desde la Corte de Constitucionalidad
quiere hacer de las suyas…depende de nosotros que lo permitamos.
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