miércoles, 2 de mayo de 2018

Las maras infiltradas en el Ejército y la PNC de Guatemala


Los disparos fueron cerca de la ventana de su casa que durante cinco minutos después el zumbido en sus oídos era tan intenso que no escuchó nada, logró ver como dos personas huían por una de las calles aledañas dejando atrás una persona fallecida.

A las dos semanas se volvió a repetir la historia. Esta vez un vendedor fue abatido por no pagar la extorsión, una esposa se quedó viuda y dos hijos sin padre.

Fabricio de 13 años, escuchó a pocos metros de su casa como fueron asesinadas dos personas. Luego de ello sus padres lo pusieron en un internado a estudiar y recibe ayuda psicológica, mientras que los delincuentes nunca fueron capturados.

Hechos  violentos que se repiten en Guatemala todos los días. Violencia que en la mayoría de casos afectan a las personas que viven en sectores tomados por las maras, pero que en otros puntos de la ciudad es vista de reojo.

Miles de personas gritan y claman que se acabe la violencia en un país en donde los asesinatos son de 14 personas en promedio al día. Algunos funcionarios de Gobierno salen a decir que han disminuido los crímenes, pero sinceramente a veces pienso que esos números y estadísticas son manipuladas.

De algo estoy convencido que las maras son producto de la desigualdad y las condiciones de pobreza en las que viven millones de jóvenes, que deben sufrir no solo la violencia desde el Estado, sino también en sus propias familias.

Un Estado ineficiente tomado por la mafias.

Con la captura del Jefe de Logística del Estado Mayor de la Defensa del Ejército de Guatemala, Ariel Salvador De León y del jefe de la Comisaria de Policía Nacional Civil (PNC) de Chimaltenango, Lucindo Chávez Cifuentes, queda nuevamente en evidencia que las maras están infiltradas en el Estado o bien las maras son utilizadas por agentes del Estado.

Ambos puntos de las últimas dos líneas del párrafo anterior son correctas, pues los grupos criminales se protegen uno con otros y hacen sus negocios de forma más tranquila.

Un militar y un policía de alto rango metidos en la maras. Ambos manejaban información privilegiada que les servía para compartirla con los pandilleros, además De León tenía en sus cuentas bancarias más de Q13 millones producto de extorsiones, asaltados y asesinatos.

Los mareros, militares y policías lavan dinero con empresarios de hoteles, centros comerciales, aceiteras, transportes y talleres mecánicos por citar algunos, pues son muchos los negocios a donde van a parar los fondos producto de las extorsiones y asesinatos.

Carros de lujos, apartamentos, negocios y hasta los viajes de los hijos al extranjero de los delincuentes están manchados de sangre. El Ministerio Público (MP), debe investigar a los familiares y amigos cercanos de  los detenidos.

No es la primera vez que agentes del Estado son detenidos por estar metidos dentro de las pandillas y no son los únicos.

Con razón en muchos sectores los delincuentes operan a sus anchas, ya que son protegidos por quienes deberían de darnos seguridad. Los militares también han patrullado las calles junto a la PNC y seguramente algunos de esos oficiales, soldados y policías son parte de la maras.

Para quienes viven en los sectores en donde operan las maras no es nada fácil, pues son delincuentes bien organizados que controlan grandes extensiones para proteger la venta de drogas, sicariato, extorsión y sus negocios disfrazados de legales. Todos los días se puede morir hasta en manos de militares y policías.

El Ejercito y la PNC están infestados de delincuentes y de eso no hay duda. Practicas corruptas en un país como Guatemala sumido en la violencia, impunidad y la corrupción. En varios ocasiones Insight Crime ha publicado notas en las que se menciona como la pandillas han llegado hasta las fuerzas de seguridad en varios países de Centroamérica.

Lo mismo ocurre en países como El Salvador y Honduras, la situación cada vez es peor en nuestra región, algo debe sacudir de forma fuerte esas estructuras.

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